El Rev. Jeremy Pemberton y su marido |
"Amo a este hombre y quiero casarme con él, igual que cualquier
pareja", fue el escueto anuncio del canónigo gay en Twitter, donde colgó
la foto de la boda con su pareja en un hotel: los dos de riguroso azul,
con corbata amarilla, pañuelo amarillo y rosa amarilla en la solapa,
como dos impolutos hermanos gemelos.
"Gracias a todos los que nos han deseado lo mejor", agregó
Pemberton. "A quienes se niegan a darnos su bendición les digo:
'¿podemos hablarlo otro día?' De momento he firmado, y mi marido reclama
mi tiempo".
El clérigo gay, que ejerce de capellán de los hospitales de
Lincolnshire, se ha marchado tan campante de luna de miel, aprovechando
la Semana Santa. Posiblemente se esté tostando al sol de España como
David Cameron, quién sabe. El caso es que en Reino Unido se ha montado
un gran revuelo, apenas dos semanas después de la legalización de los matrimonios gays.
La polémica ha salpicado muy directamente al arzobispo de Canterbury, Justin Welby,
que la semana pasada lanzó su somera advertencia: si la Iglesia
Anglicana aceptara el matrimonio gay, sería "catastrófico" para los
cristianos en África, donde su religión se asociaría con la
homosexualidad.
Las presiones para que Welby expulse de la Iglesia Anglicana al
canónigo gay van a más, sobre todo tras saberse que Pemberton no está
sólo en esta lucha y que podría ser pronto secundado por otros canónigos
homosexuales, deseosos de entonar el 'sí, quiero'. Pemberton estaba
bajo sospecha desde que hace dos años firmó una carta colectiva
-suscrita por una veintena de clérigos- pidiendo que se autorizara a los
sacerdotes anglicanos a oficiar bodas gays.
En la Guía Pastoral sobre los Matrimonios del Mismo Sexo, Welby
advertía ya de que "no sería apropiado que un miembro de la orden
sagrada pueda oficiar un matrimonio entre personas del mismo sexo, dada
la necesidad de los clérigos de predicar en la Iglesia con el ejemplo".
Pese a pedir comprensión a sus fieles ante la ley de las bodas gays,
Welby recalcaba que, según las enseñanzas cristianas, "el matrimonio
sigue siendo una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, y
eso no va a cambiar".
Lo último que esperaba el arzobispo de Canterbury -padre
también de cinco hijos- era, sin embargo, que uno de sus clérigos
profanara por sí mismo la definición de matrimonio. Según Pemberton, el
arzobispo de Lincoln, Christopher Lowson, estaba ya avisado con tiempo y
mantuvo incluso con él una larga conversación sobre el asunto.
Hasta la fecha, la Iglesia Anglicana consentía como mucho las uniones civiles de sus clérigos homosexuales. Eso sí, con la condición de hacer voto de celibato.
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