jueves, 6 de noviembre de 2014

Oikoumene – Ecumenismo: Perspectivas actuales de las Iglesias

1.0 Preliminares

El propósito de estas líneas es reflexionar sobre el ecumenismo como una realidad teológica, pastoral y eclesial urgente, desde una mirada católica. Asumir la tarea constante del diálogo entre las Iglesias cristianas es un proyecto que nace del mismo Evangelio de Jesucristo, quien antes de padecer pide al Padre por la unidad de los creyentes de acuerdo con la comunión que existe entre el Padre y el Hijo, y que se manifiesta en el Espíritu Santo.

El recorrido que haremos será uno que considera el acontecimiento del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) como una verdadera primavera eclesial, un momento de aggiornamento o renovación que propuso una forma de ser y de hacer Iglesia desde el diálogo con el mundo moderno. Y fue ecuménico, justamente porque integró a una gran parte de las Iglesias cristianas no católicas, mostrando así una opción pastoral adecuada a la voluntad de Jesucristo.

Al mismo tiempo, se mostrarán algunos elementos que, a nuestro juicio, son indispensables para vivir una buena praxis ecuménica, entre los cuales resaltan el diálogo, la oración conjunta y el trabajo teológico y pastoral, especialmente en la promoción de valores humanos y cristianos con un compromiso claro con los más pobres.

Finalizaremos esta reflexión cuestionándonos los desafíos que el Chile actual impone al ecumenismo y que espera de una forma continuada una respuesta de las Iglesias, cuya condición ineludible deberá ser un diálogo fraterno que no anatematice al supuesto contrincante.

2.0 El acontecimiento del Concilio Ecuménico Vaticano II

Sin duda, el Concilio Ecuménico Vaticano II constituyó una verdadera primavera eclesial para toda la Iglesia. Según las memorias que relatan cómo el Papa Juan XXIII comenzó a fraguar la idea del Concilio, se dice que estando en su despacho abrió la ventana y entró un aire fresco. Era eso lo que la Iglesia necesitaba. De una actitud de condena se pasó a una relación dialogante y fraterna con el mundo moderno y con las demás Iglesias cristianas.

A juicio de Joseph Ratzinger, el ecumenismo representó “el tercer gran movimiento con que el Concilio ha penetrado en la conciencia de la Iglesia y ha comenzado a imprimir un sello en la fisionomía del catolicismo”i Así, el 21 de Noviembre de 1964, con Pablo VI a la cabeza de la Iglesia y como continuador del Concilio, después del fallecimiento de Juan XXIII en 1963, se promulga el Decreto Unitatis Redintegratio (UR) sobre el Ecumenismo. El porqué de la presencia de UR en la totalidad de los documentos conciliares se debe a que en las propuestas llegadas de todo el mundo aparecía de una forma muy clara la necesidad del diálogo y la unión con las Iglesias separadas.

De esta manera, “promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los principales propósitos del Concilio ecuménico Vaticano II” (UR 1). A juicio de UR, la división existente entre las Iglesias y denominaciones cristianas “contradice abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña a la causa santísima de la predicación del Evangelio a todos los hombres” (UR 1). No obstante, el Concilio sabe que en varias partes del mundo se están realizando esfuerzos para volver a la unidad de los cristianos, y por ello él “mira con alegría todas estas aspiraciones, y después de haber expuesto la doctrina acerca de la Iglesia, movido por el deseo de restablecer la unidad entre los discípulos de Cristo, quiere proponer a todos los católicos los medios, los caminos y las formas con los que puedan responder a esta vocación y gracias divinas” (UR 1).

3.0 Elementos para vivir el Ecumenismo:

Por la extensión de este artículo, no podemos entrar en más dimensiones del ecumenismo, por ello hemos creído conveniente resaltar sólo las que el Concilio propone como lugares más propicios para el encuentro entre todos los discípulos de Cristo.

3.1 El diálogo

El diálogo constituye una característica propia del ser humano. Él es el ser del lenguaje y de las relaciones interpersonales. Es más, la misma Revelación se comprende como un momento dialógico entre Dios y el hombre reunidos en un Pueblo. Lo que favorece el diálogo es “superar la división y acercar a la unidad” (UUS 29)ii. El diálogo constituye una necesidad y una prioridad para la Iglesia, y se incentiva constantemente el espíritu del encuentro respetando siempre la libertad religiosa de cada uno de los participantes. La UR 4 sostiene que el diálogo posee una importancia esencial, ya que favorece la mayor y mejor colaboración en la búsqueda del bien común, exigencia de la conciencia cristiana.

3.2 La oración conjunta

Una de las actitudes transversales en cuanto a la práctica del ecumenismo es la oración conjunta, la cual supone una paulatina conversión del corazón. La oración privada o pública por la unidad de los cristianos “ha de considerarse como alma de todo el movimiento ecuménico y con toda verdad puede llamarse ecumenismo espiritual” (UR 8). Es más, en el mismo Evangelio Jesucristo invita a orar constantemente y a saber que donde dos o tres están reunidos en su nombre, Él está en medio de ellos (Mt 18,20). Si Jesús antes de padecer oró al Padre por la unidad de los creyentes, él lo continúa realizando e invita a que sus hermanos lo imiten. A lo que la oración conduce es a poder “mirar con ojos nuevos a la Iglesia y al cristianismo” esto porque la “oración ecuménica está al servicio de la misión cristiana y de su credibilidad” (UUS 23).

3.3 El trabajo teológico y pastoral

Una tercera actitud o dimensión que queremos rescatar es el trabajo teológico y pastoral. El Concilio invita a que “las instituciones teológicas y las demás disciplinas, especialmente las históricas, se enseñen también bajo el aspecto ecuménico, para que respondan con mayor exactitud a la realidad” (UR 10). En cuanto a la expresión y a la exposición de la doctrina de la fe, el Concilio propone que ésta nunca se convierta en “obstáculo para el diálogo con los hermanos” (UR 11). Se busca que el lenguaje teológico y pastoral sea cercano y comprensible para todos. La búsqueda común de los discípulos de Cristo debe ser la única verdad por medio de la caridad y de la humildad. El fundamentalismo, por tanto, no tiene cabida en una verdadera y sana práctica ecuménica.

4.0 Que sean uno: Desafíos actuales para nuestra historia y para nuestras Iglesias

Juan Pablo II en Ut Unum sint sostenía que la oración común era uno de los principales motivos de la credibilidad cristiana (UUS 23). En nuestra historia reciente se han dado pasos importantes en cuanto a la vivencia del ecumenismo. Hay que hacer una memoria agradecida de todos aquellos pastores y pastoras evangélicas y de otras denominaciones cristianas que, en tiempos complicados y difíciles para los pueblos de nuestro mundo, optaron proféticamente por la Defensa de los Derechos Humanos y por opciones por los más pobres, por los excluidos, por los sin voz.

El desafío es aún más grande: La voluntad de Jesús de que sus hermanos sean uno así como Él y su Padre son una sola cosa, sea un proyecto y una tarea constantes. Quiera Dios que, en la historia actual de las iglesias, los creyentes podamos vivir unidos respetando siempre nuestras legítimas diferencias.

Por Juan Pablo Espinosa Arce en Lupa Protestante

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