martes, 12 de enero de 2016

El inevitable ascenso de los cristianos progresistas

Es inevitable que los cristianos que hoy por hoy podrían ser descritos como “liberales” serán en un futuro la mayoría de los cristianos en Estados Unidos. Ese cambio radical, que ya sentimos moviéndose alrededor nuestro, no puede ser parado, al igual que no se puede impedir que la luna cruce el cielo nocturno. Los cristianos conservadores evangélicos de hoy que están manifestándose contra el “relativismo postmoderno”, la “teología secular revisionista”, la “doctrina naturalista de Dios” o cualquier otro modo del que puedan etiquetar la teología de la izquierda, son como los dueños de carros de antaño manifestándose contra el recién aparecido automóvil.

El futuro del transporte era obvio entonces, el futuro de la teología cristiana es obvio ahora.

Por favor noten la diferencia entre “inevitable” y “bueno”. No digo que el hecho de que la izquierda cristiana ascienda sea una cosa buena (aunque personalmente creo que lo es). Digo que es inevitable. Y el motivo por el que es cierto es tan obvio como el Buick que está estacionado en tu salón.

Antiguamente, era fácil para la vasta mayoría de los cristianos estadounidenses creer que, digamos, los judíos y los homosexuales (por nombrar sólo dos de los muchos, muchos grupos que los cristianos tradicionalmente destinaban de este modo) van al infierno. ¿Y qué hacía que tantos cristianos se sintieran emocional y espiritualmente cómodos como para decir eso? Porque ninguno de ellos conocía a ningún judío o a ningún homosexual. Ningún judío o gay tenía una granja cercana, ningún judío o gay estaba en la feria del condado, ningún judío o gay iba a las reuniones locales de la Asociación de Padres y Maestros, nunca te encontrabas con ellos en la ferretería. Los judíos estaban (aunque de forma involuntaria) aislándose a sí mismos en lugares como Nueva York y aunque pudieras haber tratado con un hombre gay en la sección de plomería, ese era su secreto.

Hasta donde la mayoría de los estadounidenses sabía (o, por supuesto, hasta donde les interesaba saber), el blanco tenía la razón, Dios les había cubierto con su Gracia y les esperaban días felices.

Eso fue ayer. Hoy la mayoría de la gente tiene en sus vidas, y quiere mucho, a por lo menos una persona que no está más cerca de ser un cristiano protestante de lo que yo lo estoy de ser un canadiense francófono. Hoy todo el mundo es pariente de, vecino de, compañero de trabajo o de colegio de alguien que es gay, judío, musulmán, católico, budista, sij, hindú, mormón, unitario universalista, pagano, indio americano, sintoísta, bahaí, rastafari, caodaísta, tenrikyo, agnóstico, ateo, o cualquier combinación de los anteriormente mencionados. (Humanos. ¿Somos un grupo creativo, no?).

Es mucho más conflictivo condenar al infierno a alguien a quien le tienes afecto que a alguien que es un miembro abstracto de un grupo abstracto. Creciendo en mi vecindario suburbano de blancos, no conocía a una sola persona que fuera hindú. Hoy hay cinco hombres jóvenes que son hindúes viviendo justo al lado de mi casa. Estos hombres se han convertido en amigos. Si parte de mi teología insiste que mis amigos hindúes van a ir al infierno, puedes estar seguro de que voy a revisar esta parte de mi teología. No sería humano si no lo hiciera.

Es típico creer que la teología es estática y permanente. No lo es, sin embargo. Lo que es verdad, en cambio, es que la teología sigue a la sociología. Y lenta pero seguramente nos estamos todos convirtiendo en miembros de una enorme sociedad. En el menor de los casos, los medios en general, e internet en particular, nos han hecho a todos dar la vuelta al mundo y ser turistas culturales.

El mundo está cambiando rápidamente. Y tan seguro como que un día sigue al otro, la teología cristiana, como siempre ha sido (¿a alguien le suena lo de la esclavitud?), va a cambiar junto con él. Mientras nuestro mundo se hace más pequeño, nuestra cristiandad se hará más grande, más amplia, más inclusiva.

El mes pasado el Instituto Público de Investigación Religiosa encontró que el 44% de los jóvenes evangelistas entre las edades de 18 y 29 años apoyan el matrimonio gay. También encontró que el 52% de todos los católicos (a pesar de las enseñanzas explícitas de la Iglesia Católica) favorecen el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Las encuestas ahora muestran de forma consistente que en Estados Unidos, el apoyo al matrimonio gay ya no es la opinión de la minoría.

Recientemente, Jim Daly, el presidente de Focus on the Family, dijo esto en una entrevista con la revista WORLD:
Estamos perdiendo [en la cuestión de la homosexualidad], especialmente entre los veinteañeros y los treintañeros: entre el 65% al 70% de ellos favorece el matrimonio entre personas del mismo sexo… Probablemente hemos perdido eso. No quiero ser un extremista, pero creo que tenemos que empezar a calcular dónde estamos en la cultura.
Cuando el presidente de Focus on the Family básicamente abandona en la cuestión homosexual, sabes que las cosas han cambiado.

Soy parte de un grupo llamado La Izquierda Cristiana, cuya página en Facebook crece a un ritmo de 300 nuevos miembros por semana.

Eso no es una tendencia. Es el futuro (además, mientras escribo esto, 700 personas en las últimas semanas se han unido a ThruWay Christians).

La derecha religiosa puede clamar y gritar y protestar todo lo que quiera que, (para citar a Albert Mohler) “El liberalismo simplemente no funciona”. Mohler puede estar perfectamente en lo cierto. Personalmente creo que no, creo que esa afirmación revela una triste falta de fe en la resistente naturaleza de la bondad humana.

De cualquier modo, una cosa es cierta: nosotros—y ciertamente, nuestros hijos—lo descubriremos.

Por John Shore en patheos.com

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