sábado, 2 de enero de 2016

Homofobia en el Consejo “Evangélico” de Madrid

Terminamos el año con una corrección fraterna al Consejo Evangélico de Madrid, que ha amenazado de expulsión a las comunidades locales de la IEE (Iglesia Evangélica de España) si no se retractan de su  Declaración de Mamré, “donde el Sínodo de la IEE opta claramente por rechazar la homofobia en todas sus vertientes, acompañar pastoralmente a las personas LGTB y a sus familias, así como trabajar por su visibilización e integración en la iglesia”.

La Iglesia Evangélica Española siempre se ha destacado por su respeto y defensa de la diversidad, la defensa de la libertad de conciencia, las libertades políticas, su diálogo con la sociedad contemporánea, atendiendo a su espíritu protestante. Se ha esforzado a través del tiempo en construir un protestantismo unido, no en vano fue fundadora tanto de la Alianza Evangélica Española como de FEREDE.

Dice la Comisión Permanente de la IEE: “Hoy nuestras iglesias locales se ven amenazadas por aquellos que se llaman nuestros hermanos en Cristo”, por el CEM, que según reza su lema es “la casa común protestante”. “Nuestro pecado consiste en tomar partido a favor del ser humano, defender sus derechos dentro y fuera de las puertas de la iglesia. Nuestro pecado consiste en no estar apegados a la letra, sino al espíritu de las Escrituras, y haber perdido el miedo ante los que pretenden tener la Verdad presa en sus palacios invernales.”

“¿Qué decir? Simplemente confesar que nuestra conciencia eclesial está presa de la Palabra de Dios. Dicho de otro modo, somos presos del mismo Cristo, de su forma de hacer y de su respeto por la dignidad del ser humano. Y no hay concilio, ni institución, ni dogma que esté por encima del Resucitado que sigue inspirando a su pueblo a través del Espíritu. Seguiremos actuando como siempre hemos vivido, defendiendo la dignidad del ser humano, y luchando por sus derechos a la manera de Jesús de Nazaret. Nunca hemos impuesto nada a nuestros hermanos y hermanas, y tampoco queremos que por su parte se nos imponga nada…”

Desde estas líneas denuncio la presión homófoba del CEM contra una Iglesia ejemplar y fiel al Espíritu, que acoge fraternalmente a las personas LGTB. Ya es triste la actitud del sector más conservador de la Iglesia Católica Romana para sufrir también condenas y exclusiones del fundamentalismo protestante. Llamo al CEM a convertirse al Amor de Dios, encarnado en Jesús, a salir de su interpretación ideológica de la Biblia y a retirar su amenaza a la IEE.

Os deseo un buen año nuevo, con mucha justicia y solidaridad hacia las personas excluidas y necesitadas.

Feliz 2016.

Fundamentalismo y Espiritualidad sana

He recibido críticas, insultos y amenazas de condenación eterna tras mi reciente apoyo a las comunidades de la IEE en Madrid, algunas incluso de predicadores latinoamericanos. Comprendo su intención de preservar “la doctrina” y salvar a las personas LGTB que nos atrevemos a vivir y disfrutar nuestra capacidad de amar en modo afectivo-sexual. Pero sus posturas me parecen ofensivas y hasta peligrosas, propias de una época anterior a la Declaración de los Derechos Humanos.

Los fundamentalismos “religiosos” son reacciones ideológicas frente al miedo que producen los cambios modernos en sociedades cada vez más laicas y libres. Suelen ir asociados a la intolerancia y el fanatismo. Rechazan toda adaptación del mensaje sagrado a la realidad socio-cultural como algo herético. Propician el rechazo y la agresividad contra quienes no compartimos su mentalidad y su forma de entender la fe y la espiritualidad.

Los fundamentalistas suelen apoyar sus posiciones doctrinales con textos fuera de contexto, citas de la Biblia o del Corán que usan como armas arrojadizas sin ningún tipo de rigor hermenéutico, y que se convierten en pretexto para justificar sus posturas dogmáticas o fanáticas. Exigen la absoluta uniformidad doctrinal, tratando de imponer normas morales muy rígidas, reglamentando todos los aspectos de la vida privada. Una mala formación teológica, una falsa y enfermiza experiencia espiritual, una escasa formación humana y una mentalidad cerrada y estrecha aumentan el peligro de radicalización de estas personas y colectivos.

Una espiritualidad sana acoge lo mejor de este mundo actual, no teme los cambios, acepta la laicidad, comprende a quienes no comparten sus creencias, valora los avances científicos y sociales como un bien por el que dar gracias, defiende los Derechos Humanos y la dignidad de todas las personas. No se cree en posesión de la Verdad sino que intenta descubrir la parte de verdad que tienen los demás. No trata de imponer sus ideas, sino de proponerlas y dialogar de modo constructivo y respetuoso.

Entre las personas católicas, protestantes y musulmanas, muchas compartimos esta espiritualidad abierta y positiva, que nos ayuda a ser más felices, generosos, solidarios, respetuosos y agradecidos. Poco tenemos que ver en la práctica con los fundamentalismos cristianos e islámicos, que tanto daño han hecho, hacen y harán si se lo permitimos. No son nuestros enemigos, pero integran grupos enfermos que pueden ser peligrosos. Y algunos lo son. Sus derechos llegan hasta donde empiezan los derechos de los demás. ¿No os parece?

Por Chema Muñoz en La Revista 21

Más info en dosmanzanas.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario