lunes, 4 de enero de 2016

¡No es de los nuestros!

Juan le dijo: — Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros. Jesús le contestó: — No se lo prohibáis, porque el que no está contra vosotros, está a vuestro favor” (Lc. 9:49-50 BTI)

Hay personas y grupos de personas que caminan y hacen el bien en el nombre de Jesús de Nazaret. Para ellos, Jesús es un referente para la acción a favor de la justicia. Tal vez no sigan la comprensión dogmática de la persona de Jesús a la manera de las grandes iglesias pero, sin lugar a dudas, pasan por la vida haciendo el bien, y dejando huella en nuestro mundo.

Son como aquel samaritano de la parábola que sin tener la teología “correcta” del sacerdote o del levita, mostró a través de su acción de ayuda -al encargarse de la realidad de la persona herida- la mejor de las ortodoxias, la que se ajusta a la práctica incondicional del amor al prójimo.

Pero muchos, al igual que aquellos antiguos discípulos, pondrán en tela de juicio su fidelidad al dogma, reivindicando para sí el verdadero seguimiento del Galileo, pero no podrán poner en cuestión su fidelidad a la praxis de Jesús de Nazaret, la Palabra viva de Dios.

¡No es de los nuestros! ¡No nos sigue! Dirán los primeros discípulos ante aquellos que hacen el bien a la manera del Mesías. Pero Jesús da una respuesta que desmonta nuestro entendimiento de la fe: No los menospreciéis, “porque el que no está contra vosotros, está a vuestro favor” (Lc. 9:50 BTI). Y es que cualquiera que hace de la lucha por la justicia y la equidad el centro de su existencia no podrá decir mal o estar en contra de aquellos que también hacen de ese centro vital el sentido de su vida. Aunque no coincidan en la comprensión de Jesús, hacen sus obras, hacen del mundo nuevo su horizonte existencial. Y entonces caemos en la cuenta de la coincidencia de horizontes.

Soli Deo Gloria

Por Ignacio Simal Camps en Lupa Protestante

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