«Mamá, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?». Abigail Labayen asegura que su hija, a quien bautizaron como Luken (Lucas
en euskera), le soltó esa frase cuando sólo tenía tres años. «Desde
siempre le había gustado socialmente lo que es femenino: los juguetes,
los disfraces, los vestidos... Comenzó como un juego al que no pusimos
objeción, pero con tres años empezó a usar el castellano en casa para
poder llamarse en femenino, porque el vasco, que es lo que habla con
nosotros, los adjetivos son neutros. Decía: 'Soy guapa, soy una
niña...'».
Abigail Labayen, 33 años, y su marido, Agustín Arandia,
36 años, ambos ingenieros, padres de cuatro niños de entre siete y tres
años, se pusieron entonces a buscar información sobre lo que le
sucedía. Hablaron con asociación Chrysallis, que agrupa a familiares de menores transexuales,
y con otros especialistas, de modo que cuando Lucía hizo la pregunta
-«Amá, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?»- su madre tuvo claro qué
responderle: «Le dije: 'Sí, puedes ser una niña, Lucía. Existen niñas con vulva y niñas con pene'. Y la cara de alegría que puso con sólo tres años... Son de esos detalles que te hacen saber que no nos estamos equivocando».
Porque
los padres fueron más allá del reconocimiento a su hija que podía ser
lo que quisiera y el 24 de septiembre pasado, cuando Lucía aún tenía
cuatro años -cumplió cinco el 20 de diciembre-, solicitaron a un juzgado de Tolosa (Guipúzcoa) que le permitiera a la pequeña cambiar el nombre de Luken por el de Lucía en el Registro Civil y por tanto en toda su documentación.
Aunque
el auto no ha trascendido hasta ahora, el juzgado de instrucción 3 de
Tolosa resolvió sólo un mes después, el 28 de octubre, a favor de la
petición apoyándose en los informes médicos y en los testimonios de sus profesores y hasta el de la alcaldesa de Asteasu,
el pueblo de 1.500 habitantes donde viven. «Luken presenta un cuadro
clínico de disforia de género, que implica en el menor la existencia de
una identidad femenina que exterioriza, no sólo
físicamente, si no en su comportamiento, a pesar de su corta edad,
siendo tratado como mujer», dice el auto.
De este modo, Lucía se convertía en la persona transexual de menor edad
que consigue el cambio de nombre en el Registro Civil en España. Al
menos 30 menores lo habían logrado antes, pero ninguno tan joven como
ella.
¿Tan claro tenían que Lucía era una niña?, ¿no han pedido el cambio demasiado pronto?, preguntamos a la madre. Hace un año hizo el tránsito social a niña en todos lados. El médico
de familia comenzó a tratarla como niña y por su nombre. No teníamos
intención de pedir la tramitación legal porque no veíamos necesidad.
Pero sucedía, por ejemplo, que el pediatra la trataba en femenino pero
ella veía las recetas con nombre de chico y eso le
hacía mella, a ella y a sus hermanos mayores, que también sufrían. Se
daban estas situaciones cotidianas que, aunque explicabas, causaban
ansiedad a los niños. Y los amigos nos decían: 'Si vais en un avión, ¿qué pasa? Porque tiene nombre masculino pero su apariencia es de niña'».
La
normalidad que refiere Abigail sobre cómo han encajado sus hijos -todos
chicos- el cambio de género de la hermana es sorprendente: «De hecho,
el nombre de Lucía lo escogieron entre los hermanos. Fue en las
Navidades de 2014. Ella dijo: "Igual me tengo que cambiar el nombre". Y
ellos le daban ideas hasta que el mayor dijo "Lucía", y a ella le
encantó aunque nos hizo una petición: "Soy una niña con pene pero me
sigo llamando Luken". Un mes después, estábamos viendo la película Frozen y
dijo: 'Mamá, quiero que mañana llaméis a la escuela y digáis que me
llamen Lucía. Ya estoy preparada para hacer frente a las burlas'. ¡Con
cuatro años! Es que la escuchas hablar y te sorprende la madurez con la
que expresa sus sentimientos».
Otra frase habitual que Lucía -para quien el asunto de su género quedó arreglado el día que le cambiaron el nombre en el perchero del colegio-
repite a veces como un mantra es: «Amá, cuando nacisteis me mirasteis
el pitilín y pensasteis que era un niño, pero ahora me miráis el corazón
y sabéis que soy una niña».
Respecto al futuro de la pequeña,
sobre si emprenderá el cambio físico y cuándo, Abigaíl dice: «Su padre y
yo somos espectadores, lo que vamos a hacer es informarla y apoyarla».
Por lo que sí van a luchar, aseguran, es por quitar la "M" de "masculino" que luce en su DNI junto al nombre de Lucía. Para el cambio de género en la documentación se requiere ser mayor de edad y al menos dos años de tratamiento hormonal o la operación de cambio de sexo.
Precisamente los principales partidos, salvo el PP, informa Elena Mengual, contemplan en sus programas electorales la reforma de la Ley 3/2007
para eliminar estos requisitos del diagnóstico de disforia de género y
los dos años de tratamiento hormonal, además de ampliar los
beneficiarios de la misma (por ejemplo, a los menores y a personas
extranjeras en sus tarjetas de residencia), así como otras medidas.
«Si
mi hija sigue con ese DNI y en estos años quiere participar en el
equipo femenino de cualquier deporte, ¿podrá hacerlo? Porque su
documentación dice que su género es masculino, y eso es muy duro», dice
su madre.
Por Ana María Ortiz en El Mundo
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